miércoles, 12 de agosto de 2015


Lo que quiere el Corazón


¿Qué es lo que quiere el corazón? ¿Amar o amarSE? Tal vez eso de manifestar el amor verdadero creo que va más allá de ser amado, de tener un novio o una pareja, de casarse y tener hijos, va más allá de ser correspondido y recibir todo lo que esperas recibir de su alma gemela ;  diría, desde mi experiencia, que el amor verdadero es incluirnos en todo y sentir todo lo que somos, Odio, rabia, ira, miedo, tristeza, celos, envidia, alegría, a través de las personas, experiencias y relaciones que atraemos a nuestra vida ¿Quién no ha sentido todo esto? Somos todo eso y la integración de cada uno de estos sentimientos en nosotros, la aceptación de ellos en cada partícula de nuestro cuerpo, es el amor total, es el amor real, es el amor verdadero: La inclusión de todos los sentimientos, no la exclusión de ellos. No puedo decir que amo a mi hermana si en algún momento no he sentido celos de ella, ¿para qué son los amigos, para qué son los hermanos sino es para activar nuestros miedos y deseos más profundos, para recordarnos quienes somos y quienes queremos ser?

Dicen que el 10% es lo que nos pasa y el 90% es la interpretación que hacemos de ello o el significado que le damos. Cuando sentimos envidia, celos,  rabia, tristeza por alguien que amamos y consideramos que eso es malo,  inmediatamente dudamos de ese amor, nos atrevemos a decir que algo ha cambiado, que ya no es lo mismo, que la amistad ya no volverá a ser igual, o la relación, sin embargo cuando tenemos el valor de responsabilizarnos por cada una de las emociones que de nosotros nacen, cuando tenemos la valentía de hacernos conscientes y hacerle frente a cada uno de esos sentimientos que decidimos sentir y dejamos de culpar a los otros por ellos, cuando dejamos de decirles malas, negativas, o indebidas (como dice la sociedad) y nos descontaminamos, nos permitirnos sentirlas, tal vez con lágrimas, tal vez con risa, tal vez con  soledad,  descubrimos que todas son nuestro maestro, el maestro que elegimos en ese momento y como tal tenemos la capacidad de verlas como lo que verdaderamente son: AMOR.

Sin embargo todos les huimos, todos, yo les he huido, las señalamos, las juzgamos y optamos por depositarla en alguien que creemos que alguna vez amamos y nos vamos, la dejamos pasar y está bien, está bien, hay que hacerlo, lo necesitamos, aunque cuando el patrón se repite y vemos que vamos dejando atrás no solo a una sino a varias personas porque  consideramos que “ya no son bienvenidas a nuestra vida” por algo que hicieron, ahí es cuando los ojos se dan vuelta,  te miran hacia dentro y te dicen que a cada ser que dejaste ir o sacaste de tu vida es un sentimiento que no escuchaste, que no te permitiste sentir y que necesita ser sentido hasta que lo aceptes, hasta que lo mires, hasta que lo valores y le des las gracias por estar ahí ¿cuántas seres más vamos a dejar pasar sin decirles antes gracias por permitirnos sentir todo ese dolor que nos activaron?

Lo que hacemos alrededor de todo lo que sentimos es la manifestación de lo que somos, de lo que vamos siendo,  y el momento en que nos aceptemos como nuestra decisión de ser, de sentir, sin juzgarnos tanto a través de otros, sin señalarnos y atacarnos a través de lo que nos pasa o de lo que otros hacen, sin responsabilizar al otro de lo que nos hace llorar, gritar y huir, le abriremos las puertas al verdadero amor e incluiremos todo lo humano que somos en un solo sentimiento.

No es fácil, duele, duele mucho, muchas lágrimas han brotado de mi al permitirme experimentar situaciones, personas que yo elegí para reír, llorar, para sentir todo lo que soy, y al descubrir que lo que salía de mis ojos era agua que limpiaba mi cuerpo y que a su vez podía servir para sembrar flores nuevas afuera,  me di cuenta que cada una de las experiencias que en su momento me parecían insoportables e intolerables, son, han sido y serán mi mayor regalo, mi mejor maestro, la mejor versión de Dios que he podido manifestar.

Así que ¿Qué es lo que quiere mi corazón? Expandirse, inspirar un cambio de conciencia, más “materialización del espíritu” y más “espiritualización de la materia”, más amor, amor inclusivo, amor que vea y admire todo hasta lo que se considera malo, amor con rabia, amor con tristeza, amor con celos, amor con envidia, amor con alegría, amor sin reglas, amor sin dedos, amor con los ojos cerrados y el corazón despierto, amor.

A diferencia de Darwin yo diría que el instinto básico del ser humano no es la supervivencia, es la unión, la justicia y el amor.



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